viernes, 2 de septiembre de 2016

Tolkien, un legado más allá que una historia sobre anillos




TIHUATLÁN, Ver., 2 de septiembre de 2016.- Un día como hoy, pero de 1973, murió John Ronald Reuel Tolkien, profesor, lingüista, filólogo, poeta, escritor y autor de una de las sagas más representativas del género High Fantasy, o fantasía épica: El Señor de los Anillos.

Muchos recordarán a Tolkien como un nombre perdido entre los créditos de las dos trilogías cinematográficas de Peter Jackson, El Señor de los Anillos y El Hobbit; no obstante, Tolkien en su tiempo se convirtió en un parte aguas del género fantástico.

Previo a sus obras, autores como Mary Shelley (Frankenstein, 1818) y H. G. Wells (La Guerra de los Mundos, 1898) habían escrito novelas en las que en el mundo real un único elemento fantástico era introducido, género que fue conocido después como Fantasía (Low Fantasy); sin embargo, Tolkien creó un universo totalmente fantástico, en el que los elementos mágicos eran percibidos como algo real, convirtiéndose en uno de los pioneros en el género de Fantasía Épica (High Fantasy).

Veterano de la Primera Guerra Mundial, y ávido estudiante de idiomas, Tolkien escribió poemas y creó lenguas para enriquecer su prosa, consiguiendo un éxito insospechado en ventas de su obra maestra.

No obstante, a lo largo del tiempo su obra ha sido calificada de ‘infantil’, así como de ‘conservadora’ al definir tan marcadamente la lucha entre el bien y el mal, ignorando la verdadera naturaleza humana, como expuso el escritor de fantasía Michael Moorcock en su artículo Pooh épico (1987).

El triunfo del bien sobre el mal fue un tema que Tolkien abordó en su ensayo Sobre los cuentos de hadas (1939), unos años antes de la publicación de El Señor de los Anillos (1954). En ese ensayo, Tolkien acuñó y defendió el concepto de ‘eucatástrofe’, o final feliz, ya que, según él, el consuelo moral o emocional en las historias permiten al lector revisar su naturaleza por medio de las vivencias de un protagonista en un mundo diferente.

En ese sentido, sus estudios sobre los cuentos de hadas coinciden con las investigaciones psicoanalíticas de Joseph Campbell y su monomito, en El Héroe de las Mil Caras (1949).

A pesar de que su propia obra maestra ha catalogado a Tolkien como un escritor moralista, al presentar héroes como niños “que nunca llegarán a la pubertad”, según el escritor Edwin Muir (1955), en realidad Tolkien escribió obras de un corte más maduro, en el que aborda temas inconcebibles en El Señor de los Anillos como el incesto, el asesinato y traición entre héroes, infanticidio y locura, incluyendo la omisión total de la eucatástrofe o final feliz, convirtiendo sus obras en una tragedia.

Estos temas pueden observarse en la antología de cuentos de El Silmarillion (1977), o en la novela Los Hijos de Húrin (2007), ambas obras editadas y publicadas póstumamente por Christopher Tolkien, hijo del profesor.

El género fantástico ha seguido evolucionando a través del tiempo; a 43 años de la muerte del profesor, más y más autores retoman el género y lo innovan con nuevos elementos y formas de narración. Uno de los autores en apogeo en la actualidad es George R. R. Martin y su saga Canción de Hielo y Fuego, aún sin concluir.

El futuro de la literatura fantástica está en manos de las nuevas generaciones que disfrutan leyendo los clásicos como El Hobbit de Tolkien (1937) y/o las obras modernas como Juego de Tronos (1996), de Martin. ¿A qué nuevos horizontes nos llevará el género? La respuesta queda en el aire, ya que como dijo el mismo Tolkien en boca de su entrañable Gandalf: “Ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos”.


sábado, 27 de agosto de 2016

El viaje del héroe, una travesía hacia uno mismo


Foto: @LolitaFirefly

TIHUATLÁN, Ver., 27 de agosto de 2016.- Todo el mundo ama de vez en cuando ver una buena película o apasionarse en la lectura de una novela, o de un cuento por las noches.

Las vivencias de los héroes de esas historias nos atrapan y, en ocasiones, nos hacen sentir parte de esa historia, a tal grado que sentimos las vivencias del protagonista como propias.

Esta adaptación de las aventuras de un personaje literario a nuestras propias vivencias, se debe a la similitud de los ritos de iniciación que son inherentes a cualquier sociedad y cultura.

Un rito de iniciación, o rito de paso, es una actividad o serie de pruebas que realiza una persona para pasar de una etapa a otra en la vida.

Ejemplos claros en la sociedad mexicana son: la ceremonia del bautismo o bautizo, que dependiendo de la religión es a edad muy temprana o edad adulta, en la que la persona deja atrás una vida de pecado para convertirse supuestamente en una mejor persona dedicada a Dios; la fiesta de 15 años de las jóvenes, que marca la transformación de niña a mujer; la graduación de la universidad, que finaliza la vida de estudiante para integrarse, teóricamente, a la vida laboral, entre otros.

Los relatos, mitos y cuentos de cualquier época han mostrado a héroes que, después de pasar sus pruebas, regresan victoriosos a sus comunidades y son aceptados y aclamados.

En la realidad, nosotros no matamos dragones ni ogros, pero comprendemos el peso de las pruebas y, al igual que los héroes en los relatos, emprendemos la transformación interior para lograr ser aceptados y aclamados en la sociedad.

Joseph Campbell, escritor y mitólogo estadunidense, estudió relatos de todo el mundo y halló una estructura que se repetía constantemente en las historias, a la cual llamó ‘monomito’ en su libro El Héroe de las Mil Caras (1941).

Previamente, el lingüista ruso Vladimir Propp ya había estudiado la estructura de los relatos y descubrió 31 etapas recurrentes en los cuentos de hadas (Morfología del Cuento, 1928); no obstante, los estudios de Campbell se destacaron por estar basados en el análisis de símbolos y enfocados en la psiqué humana, tomando como referencia los estudios psicoanalíticos de Sigmund Freud.

De acuerdo con Campbell, en todas las historias del mundo se presentan 17 etapas claramente definidas, que se agrupan en tres etapas del viaje:

La Salida



1) La Llamada a la aventura. Una situación, controlada o por aparente azar, revela un mundo diferente al que el héroe está acostumbrado.

2) El rechazo de la llamada. El héroe rechaza salir de su propio mundo, al que está acostumbrado.

3) La ayuda sobrenatural. Para quien no ha rechazado la llamada, el primer encuentro de la jornada del héroe es con una figura protectora que le dotará de los amuletos necesarios para la vida en el nuevo mundo.

4) El cruce del primer umbral. El héroe pasa al nuevo mundo, la nueva sociedad, a la que no está acostumbrado para realizar las pruebas de su aventura el héroe avanza a la oscuridad, lo desconocido y el peligro.

5) El vientre de la ballena. El héroe en vez de conquistar o conciliar la fuerza del umbral es tragado por lo desconocido y parecería que hubiera muerto. Esta etapa simboliza el renacimiento del héroe después del análisis interno al pasar al nuevo mundo.

La Iniciación



6) El camino de las pruebas. Una vez atravesado el umbral, el héroe debe pasar por una serie de pruebas. Ésta es la fase favorita de la aventura mítica.

7) El encuentro con la diosa. Cuando finaliza sus pruebas, el héroe sufre un matrimonio místico con la reina diosa del mundo. Puede estar representada como madre, hermana, amante, esposa. Todo lo que se ha anhelado en el mundo, todo lo que ha parecido promesa de júbilo. Aunque en ocasiones, este matrimonio místico conlleva a desgracias.

8) La mujer como tentación. El héroe alcanza un estado elevado de purificación y rechaza lo mundano y terrenal. En esta etapa, la mujer representa la carne, la tierra, lo material del mundo, y las tentaciones que provoca en el héroe.

9) La reconciliación con el padre. El héroe se enfrenta a su propio ego, representado por un padre ogro al que debe derrotar; el padre solo lo aceptará si demuestra ser capaz de pasar todas las pruebas.

10) Apoteosis. El estado divino al que llega el héroe libre de toda ignorancia y tentación.

11) La gracia última. Una dádiva final, el estado de recompensa infantil que es inherente al humano y que le da sentido a todo el mito.

El Regreso




12) La negativa al regreso. El hombre debe llevar a su antiguo mundo los trofeos, el conocimiento o sus habilidades aprendidas del nuevo mundo, con la finalidad de salvarlos, pero esta misión es frecuentemente rechazada.

13) La huida mágica. A veces, una fuerza mágica del nuevo mundo ayuda al héroe a regresar a su antiguo mundo con el elíxir. En ocasiones, esa fuerza mágica trata de impedir que el héroe regrese a su antiguo mundo, por lo que le pone obstáculos.

14) El rescate del mundo exterior. Pudiera ser que el héroe necesitara ser asistido por el mundo exterior al regreso de su aventura sobrenatural. En otras palabras, pudiera darse el caso de que el mundo tuviera que venir y rescatarlo.

15) El cruce del umbral del regreso. El héroe regresa a su antiguo mundo a salvarlo con sus conocimientos, habilidades o un elixir.

16) La posesión de los dos mundos. La libertad para atravesar en ambos sentidos la división de los mundos.

17) La libertad para vivir. La meta del mito es despejar la necesidad de la ignorancia de la vida realizando una plena conciencia del individuo y su relación con la voluntad universal. Pasar del individualismo a la socialización. De la niñez a la madurez.

Estas 17 etapas pueden estar presentes en todas las historias, o bien, el relato puede solo necesitar de unas cuantas. No obstante, su presencia es necesaria para sostener la narración. En ocasiones, un relato trágico puede finalizar antes de que se realicen las etapas correspondientes, lo que provoca una falla en el rito de iniciación del héroe.

Otro de los puntos importantes en este modelo es la interpretación de sus elementos, ya que el héroe puede ser de cualquier edad y sexo, como sucede con los demás personajes que componen la narración.

La correspondencia de estas etapas en las grandes historias universales con el propio crecimiento humano ha ocasionado que se sigan estudiando y aplicando con gran éxito.

El escritor Cristopher Vogler publicó en 1992 su libro El Viaje del Escritor, el cual, resumiendo el monomito de Campbell, simplificó el análisis psicológico a una serie de pasos para construir una historia de éxito.

Algunos de los cineastas influenciados por los estudios de Campbell han sido George Lucas, John Boorman, Steven Spielberg y George Miller.

A pesar de la evolución social de la humanidad, los avances tecnológicos y el tipo de vida vertiginosa que nos deja el trabajo, la escuela y los múltiples distractores con los que somos bombardeados, nuestra mente siempre estará abierta y receptiva a las enseñanzas subyacentes en las buenas historias.

Actualmente, las sociedades modernas poco a poco van minimizando o dejando atrás los ritos de iniciación que marcaron por siglos a nuestras culturas: los ritos religiosos ya no tienen el carácter obligatorio de hace unos años; la mayoría de las jóvenes prefiere viajes o autos en lugar de su fiesta de 15 años; con los nuevos modelos educativos, la fiesta de graduación dejó de significar que se terminaron los estudios, y el límite de edad para permanecer en casa de los padres ha quedado difuminada ante la falta de solvencia económica en la que viven jóvenes trabajadores debido a los bajos salarios.

Hoy, más que nunca, el ser humano necesita los mitos, los cuentos de hadas, las películas, para vivir esos ritos de iniciación que nos hacen crecer a la par de héroes o heroínas y así encontrar su sitio y su humanidad en esta sociedad cada vez más mecanizada.

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jueves, 25 de agosto de 2016

#Top Los mejores inicios de novelas

TIHUATLÁN, Ver., 25 de agosto de 2016.- La literatura es un arte que debe ser compartida. Tanto de los creadores a su público, como entre los seguidores de las letras. Una lectura, si no se comparte, es dejarla morir poco a poco dentro de uno mismo.

El clérigo comparte los que, para él, son los mejores inicios de novelas. Y no por asuntos estilísticos, sino meramente personales, ya que el encuentro con una lectura es de los hechos más personales e íntimos que se pueden experimentar.

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El Capitán Alatriste (1996) - Arturo y Carlota Pérez-Reverte

No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes. 



Hay una canción del grupo Mägo de Oz titulada La Cruz de Santiago, que comienza con una adaptación libre del inicio de esta novela. Cuando me enteré, tenía que conseguir el libro. Obtuve una edición donde salía Viggo Mortensen (Aragorn, pa' los cuates). La primera línea me atrapó completamente, aunque en mi mente suena a folk metal.

#NoQuedaSinoBatirnos

El Túnel (1948) - Ernesto Sábato

Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.



Lectura obligada en la universidad. El inició marcó mucho mi muy cerrada perspectiva literaria. Una novela policíaca (y discúlpeme, culto lector, por encasillar El Túnel en ese género) en la que el inicio y el final están en el primer renglón. ¡Magnífico!

Debraye del clérigo: Una vez, al inicio de esas clases de literatura en la universidad, un Maestro, con mayúscula, expresó: "Ustedes están aquí para perder su virginidad literaria. O mejor aún, para recuperarla".

#LaNovelaNegraNoEsLoQueUnoPensaría

Pedro Páramo (1955) - Juan Rulfo

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo.




El supuesto 'protagonista', al menos, el primer narrador presentado, te sitúa en una línea en el lugar donde se desarrollará la historia. Comala. Un lugar que con solo ver su nombre sabrás que hace calor, mucho calor, tanto que si te mueres allí y te vas al infierno, regresarás por tu cobija. Un ficticio Comala, de Rulfo, que nada tiene que envidiar al Macondo de Márquez, a la Amurota, de Moro, o a Winesburgh, de Anderson.

El inicio también te presenta al personaje de más peso en la historia, Pedro Páramo, un nombre fuerte, de un personaje fuerte, que cimbra a todo Comala, y a los lectores.

Exhorto del clérigo: No le vas a entender, pero termina la lectura. Este libro es corto precisamente porque tendrás que releerlo.


Lolita (1955) - Vladimir Nabokov

Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta.



Traducción del clérigo: Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua en un viaje de tres pasos por todo el paladar hasta posarse, en el tercero, en los dientes. Lo-li-ta.

Descubrí esta novela debido a una pubertad friki, en la que las revistas de anime y manga en aquellos años se referían a las protagonistas femeninas de esas series como 'lolitas', y no con esas términos de "waifu" o "lolis" de hoy en día. En una revista se hacía referencia a esta novela como explicación del término 'lolita' aplicado a esos personajes de animanga con cara de niña y cuerpo de mujer.

Aunque no era una novela fácil de conseguir en mi rancho, la pude comprar luego de unos meses de espera y me atrapó con el inicio. Quien pueda referirse a su amada con esa pasión con solo evocar su nombre, no puede ser tan malo.

#HumbertHumbertEsInocente.

Cien Años de Soledad (1967) - Gabriel García Márquez

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. 



Este fue el primer inicio de un libro que memoricé. Previamente, solo leía por la avidez de leer y de saber más y más historias. Un día, un catedrático se cuadró ante nosotros y recitó este inicio con emoción y fuerza. Cambió totalmente mi forma de leer. Me di cuenta que aunque la lectura se disfruta tan bien en voz baja, hay pasajes, particularmente algunos inicios literarios, que se pueden disfrutar en voz alta.

Y al pronunciarlos es como saborear las letras, las palabras, jugar con la voz y los sonidos, y exprimir cada gota de magia que los grandes escritores crearon con base en el esfuerzo y la dedicación.

Consejo del clérigo: Lee Cien Años de Soledad. Si aún no sabes por qué a Gabbo se le relaciona con las mariposas amarillas, te estás perdiendo de una pequeña gran satisfacción, y un excelente tema de plática.

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No dudo, mi culto lector, que ya has leído todas estas obras, o la mayoría de ellas. Espero que este texto te haya servido para revivir esos momentos en que las comenzaste, o que te haya motivado a leer las que aún no conoces.

Recuerda compartir en los comentarios los inicios de novelas que a ti te hayan gustado, para que nos motives a los demás a leerlas. Comenta sin pena, ¡no permitamos el esnobismo en la literatura!

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miércoles, 24 de agosto de 2016

Comentarios sobre el Ingenioso Caballero Don Quijote De La Mancha

Fotos: Lolita Firefly (@LolitaFirefly)


Que trata de cuando terminé de leer el Quijote, lo que sentí, pensé y divagué. El que quiera entender, que entienda.



XALAPA, Ver., 3 de noviembre de 2010.- Ya no recuerdo mi primer encuentro con el Quijote. Tal vez ocurrió con una versión infantil de sus historias en la biblioteca de la primaria, o quizás lo vi representado en forma de parodia en un comercial o caricatura. Tal vez alguien me platicó la historia o puede ser que haya visto alguna película del Ingenioso Caballero.

El caso es que en algún momento de mi vida comencé a tener una obsesión, así como él, con el periodo medieval: con los caballeros andantes y también los sentados en mesas redondas; con damiselas en desgracia y su respectivo gigante o dragón; con las ciudades españolas medievales como Castilla y Toledo, y sus impresionantes fuertes, murallas y almenas, y, por supuesto, con el famoso Caballero de la Triste Figura, montando al gran Rocinante al lado de su pequeño y barrigón escudero Sancho Panza.

Lo que sí recuerdo vívidamente es que un día, al llegar de la preparatoria, encontré en mi casa un ejemplar nuevo de Don Quijote de la Mancha, en su edición especial de la Real Academia Española. Para ese momento de mi vida había leído varias versiones resumidas de la obra y ya sabía muchas de las aventuras del que se había convertido en mi héroe. No obstante, al ver ese libro blanco que, aún sin saber lo que era la RAE, se me figuraba tenía facha de importante, inmediatamente empecé con la primera de varias lecturas fracasadas.

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”

Sin permiso, tomé el libro de la colección de mi padre como mi compañero de viaje para los años de universidad y, aunque pasé cerca de un lustro con este libro en la mesa de noche de mi cuarto, nunca pude pasar del capítulo 20.

            Mientras cursaba el séptimo semestre, ya en el área de literatura, le comenté a un profesor sobre mi dificultad para leer el Quijote. Él me respondió que para leer ciertos libros se requiere preparación y que después de un par de semestres de estudios literarios sería capaz de leer ese libro sin problemas. Ilusamente le creí eso de “sin problemas”.

Retomé hace un par de meses mi viejo libro dispuesto a exprimir cada letra en él y cuando llegué al capítulo 21 sentí que había roto la barrera que me impedía avanzar. Sin embargo, las aventuras de Don Quijote de la Mancha nunca deben ser tomadas a la ligera.

Su autor, Miguel de Cervantes Saavedra, hace un despliegue de recursos literarios y nos llena de sonetos, versos, relatos cortos y refranes, sin dejar de lado la complicada jerga utilizada por Don Quijote, que además de ofrecernos variedad en el tono del texto, nos regala por añadidura una lectura muy fatigosa.

Al concluir por completo el texto me di cuenta que por fin había vencido las más de 1000 páginas que tanto me había costado leer; por fin había leído todas las aventuras del mítico héroe que para mí habían estado rodeadas de una nube de misterio. Y no solo eso, lo leí lo suficientemente preparado para no perderme detalles que me hicieron disfrutar todavía más de la obra.

Dice el doctor Gutierre de Cetina, en su aprobación del segundo tomo del Quijote, que el libro “no contiene cosa contra la fe ni buenas costumbres, antes es libro de mucho entretenimiento lícito, mezclado de mucha filosofía moral”. Y decir esto de las aventuras de un loco de remate suelto en el mundo no es cosa fácil de afirmar. No obstante, el doctor se quedó corto en su descripción del gran legado ético y filosófico que la obra nos deja desde la primera página hasta los epitafios al final.

Puede ser cierto lo que Cervantes afirmó: que su obra sólo pretendía “poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías”, pero el autor español no se imaginaba que su novela no sólo funcionaría para iniciar el declive de los libros de caballerías, sino que se convertiría en un texto atemporal de carácter universal que, a más de 400 años de su publicación en 1605, aún nos puede enseñar sobre la locura, la amistad, el amor y la muerte.

En mi cuarto tengo una copia del retrato que Picasso elaboró del Quijote y su fiel escudero. El uno, alto y estirado, y el otro, pequeño, en su borrico. Al ver ese cuadro, recuerdo que ante cualquier aventura, siempre es necesario empacar primero a un amigo que te acompañe. Y es que Don Quijote y Sancho Panza trascendieron más allá del simple concepto caballero-escudero: el buen Quijote no habría pasado de los primeros pasos sin un Sancho Panza que creyera lo que el loco Caballero imaginaba y lo curara cuando fuera menester.

Cuando Don Quijote, al comienzo de su último viaje, amenazó con remplazarlo, Sancho se echó a llorar, no por la paga que no tendría sino por el amigo que partía sin él. Conforme la locura de Don Quijote, y al mismo tiempo su amistad con su escudero, aumentaba con el tiempo, Sancho Panza comenzó a citar antiguos versos de romances caballerescos, mientras que su amo-amigo empezó a hablar con refranes al más puro estilo de su villano compañero, confirmando que “el que entre lobos anda a aullar se enseña” o que “al que anda entre la miel, algo se le pega”.

Asimismo, Sancho Panza resumió su cariño, respeto y devoción a su amo cuando mencionó: “Pues soy más mentecato que él, pues le sigo y le sirvo, si es verdadero el refrán que dice: ‘Dime con quién andas, y decirte he quién eres".

Cuando Sancho se va contento a la Ínsula de la Barataria, por merced de los duques, el escudero se revela como el hombre que posee la sabiduría del simplón, el juicio de los honestos y el honor de quien ha vivido al lado de un gran caballero y lo ha tenido por amigo, maestro y compañero. Vemos en el libro una marcada evolución entre ambos, a tal grado que al regreso de las aventuras ya no vemos a caballero y escudero, sino a dos amigos que se respetan y se quieren tanto como para cuidarse y procurarse entre los dos sin compromiso de ningún tipo.

Otro de los más fascinantes tópicos en la obra, es el amor por la “bienamada y sin par Dulcinea del Toboso”, cuyo enamorado profesaba más que amor cortés, un amor puramente ideal: “Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, o si es fantástica o no es fantástica; y éstas no son de las cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo”, respondió Don Quijote a la duquesa al indagar ésta sobre la verdadera existencia de Dulcinea.

Todo el mundo, joven y viejo, ha tenido, tiene o tendrá una Dulcinea, y no me refiero a que se enamorará de una mujer o de un hombre, me refiero a ese amor puro y sin mancha por algún concepto que nos hace realizar locuras en Sierra Morena, enfrentarnos a cualquier enemigo, sea el de los Espejos o el de la Blanca Luna, lanzar suspiros y, cuando por fin abrimos los ojos a la realidad y vemos convertida a esa Dulcinea en una villana cualquiera, simplemente nos excusamos y decimos que son los malvados conjuradores los que nos confunden la vista.

La Bella Dulcinea, que deja muy atrás a su origen en Aldonza Lorenzo, se transforma en un ideal personificado, un ideal al que, incluso en la derrota final, Don Quijote se aferra con amor y honor, mostrándonos que quizás se pueda perder todo en la vida, pero nunca los valores que nos han hecho seguir adelante.

Hay un personaje bastante interesante en la segunda parte del Quijote llamado Sansón Carrasco. Este bachiller sale en dos ocasiones de la aldea para seguir a Don Quijote de la Mancha y enfrentarlo directamente en un duelo con intención de derrotarlo y hacerlo regresar a su casa. La primera vez, lo hace bajo la identidad de El Caballero de los Espejos y la segunda, como El Caballero de la Blanca Luna. Lo curioso de sus disfraces subyace en la simbología y la relación que tiene con la historia del Caballero de la Triste Figura.

Al inicio de la segunda parte, cuando Don Quijote y Sancho acaban de salir a buscar aventuras, hace su aparición el Caballero del Bosque, que al amanecer se revela como el Caballero de los Espejos. Don Quijote, al enfrentarse a duelo contra un caballero cubierto de pequeños espejos en su armadura, lo que ve es un reflejo de si mismo arremetiendo. 

Dice José Antonio Pérez Rioja en su libro Diccionario de Símbolos y Mitos: “Para el psicoanálisis, los sueños del espejo no son frecuentes, pero suelen tener hondo valor significativo: aparecen antes de la individualización, cuando es necesario encontrarse a sí mismo”. Don Quijote, antes de continuar con su aventura, debe encontrarse consigo mismo, el loco y valiente caballero se enfrenta con un reflejo de su realidad, contra el viejo hidalgo con armadura de cartón montado en un rocín flaco. En este encuentro, Don Quijote sale victorioso, es vencedor en una justa donde derrota a su realidad, para así poder seguir adelante en su imaginada aventura.

Finalmente, el valeroso Caballero de los Leones debe enfrentar a su más terrible enemigo, quien habrá de derrotarlo inevitablemente: el Caballero de la Blanca Luna aparece de improviso ante Don Quijote y lo reta al duelo final de su aventura, en el que se decidirá el destino de el loco caballero. Con una fuerza superior, el Caballero de la Blanca Luna derrota a Don Quijote, quien abatido tiene que rendirse ante las condiciones de su verdugo; sin embargo, se rehúsa a perder el honor negando a lo que se ha aferrado en vida: el amor por su Dulcinea. Ese duelo sorpresivo en la gloria de su viaje, el duelo que Don Quijote enfrenta sin dudarlo ni un solo instante, marcó el fin del camino, la derrota en la lucha, pero no del alma ni del amor.

Viendo el paralelismo de la derrota y el final de la aventura con la muerte misma, Don Quijote triunfa al final, ya que conserva lo único que el Caballero de la Blanca Luna no le puede quitar a nadie: el honor y valor con que se enfrenta a la muerte y el legado inmortal que nuestras acciones dejan.

Cervantes mató a su personaje evitando así otro Quijote apócrifo como el de Avellaneda (1614), dando fin con broche de oro a las aventuras del caballero andante y provocando lágrimas donde sobraban las risas. Alonso Quijano, recuperado de su locura, les pidió disculpas a todos, en especial a su mejor amigo, quien no puede dejar de hacer pucheros y hablar con el agonizante Quijote planeando su próxima aventura.

La obra maestra de Cervantes nos hace reflexionar sobre lo que realmente vale la pena vivir y enfrentar, y recordar que aún después del encuentro con el de la Blanca Luna, todo lo aprendido de amistad y amor quedará grabado en el alma y en los corazones de quienes nos rodean.

En su locura, Alonso Quijano viajó y conoció el mundo al lado de un verdadero amigo, luchando en nombre de sus ideales y su amor, encontrándose y derrotándose a sí mismo y a las ataduras que querían imponerle; finalmente venció a la misma muerte al convertirse en un ser inmortal para todos quienes saben de él.


Dice el verso final del epitafio de Sansón Carrasco a Don Quijote: “morir cuerdo y vivir loco”, y yo no tengo nada más que agregar.


sábado, 28 de mayo de 2016

Canción de Hielo y Fuego: ¿La nueva fantasía?

Ponencia leída durante el X Encuentro de Literaturas, 
organizado por la Universidad Veracruzana el 23 de 
septiembre de 2011, en la ciudad de Xalapa, Veracruz.





XALAPA, Ver.- Tengo que confesar que rara vez me entero de obras literarias antes de su salto a la pantalla, sea grande o chica. Mi encuentro con Canción de Hielo y Fuego se debió a una de esas afortunadas coincidencias que llegan sin previo aviso. Como seguidor de la obra de Tolkien, permitiéndome incluir su nombre antes de que se convierta en algo obligado, admito que conocí su obra después de la gran saga cinematográfica de Peter Jackson. Película magnífica por sí misma, motivó lo suficiente mi curiosidad para leer no sólo la trilogía de The Lord of the Rings y la amplia serie de textos que conforman el universo Tolkiano, sino interesarme en el género fantástico de una manera más formal y crítica.

A más de 10 años de la exitosa trilogía de películas de El Señor de los Anillos, vi un anuncio en la televisión sobre una serie de fantasía épica muy prometedora titulada Juego de Tronos. De inmediato atrajo mi atención el ver como aparente protagonista de esa nueva serie a Sean Bean, uno de los actores del reparto escogido por Peter Jackson para su exitosa saga cinematográfica de 2001.

Cuando tuve oportunidad de ver la serie Juego de Tronos, desde el primer capítulo quedé prendado de la misma, pero lo que realmente me atrapó fue el imprevisto final de la primera temporada. Me sorprendió y defraudó muchísimo ver la cabeza de Sean Bean, a quien yo consideraba el protagonista, clavada en una pica en lo alto de una muralla.

Me gustaría comentarles que, ignorando que se trataba del final de temporada, esperé el siguiente capítulo en el cual revivieran al gran Lord Stark por medio de los recursos permitidos y hasta fomentados en el género, a saber: alguna magia o ritual, o que le naciera una nueva cabeza debido a la misteriosa sangre de algún dios huargo en sus venas, nada fuera de lo ordinario en el género.

Pero el esperado capítulo en el que la magia ocurriera nunca llegó y a falta de mayor entretenimiento, hurgando en los créditos finales encontré el esperanzador “basado en la novela de George R. R. Martin”, que me permitiría descubrir qué pasaría con ese personaje.

A primera vista, me pareció osado y hasta risible lo parecido de la firma de George R. R. Martin y John R. R. Tolkien, aunque lejos de estigmatizar y repudiar tal hecho, provocó que investigara de manera más profunda la obra del autor que, en lo personal, acababa de descubrir.


Fue por medio de esta investigación que me di cuenta de que Juego de Tronos era tan solo el primer libro de una saga mucho más extensa llamada Canción de Hielo y Fuego.

Ya estando en Internet en páginas de dudosa reputación me pregunté “¿y por qué echarme a perder la historia?” Así que decidí conseguir los libros y leerlos. Fue en ese momento que mi fascinación por el autor y las primeras ideas para este texto surgieron.

Cuando empecé a leer la primera novela, mis expectativas estaban más que claras: quería sumergirme en el mundo fantástico que siempre encuentro en la High Fantasy o Fantasía Épica, con el héroe muy bueno derrotando a través de muchos capítulos al villano muy malo y salvando al mundo. No obstante, Juego de Tronos me hizo cambiar de idea desde sus primeras páginas. Es importante decir que el concepto que tengo del género fantástico no surgió en mí de manera fortuita. En mis estudios respecto a este género me percaté de la importancia de seguir un modelo bien definido en todas las historias de fantasía. Dicho modelo no obedece a una fórmula mágica de éxito literario, sino a la formación y madurez de la Psiqué humana.

Joseph Campbell, en 1949, desglosó y desmenuzó las etapas del viaje del héroe, llamado también monomito, en su libro El Héroe de las Mil Caras, centrando la historia en el protagonista y con personajes secundarios cumpliendo roles específicos en la trama.

El autor justifica sus estudios no sólo en la narratología, como hicieron su predecesor Vladimir Propp en 1928 con su Morfología del Cuento y su sucesor Christopher Vogler en 2007 con El Viaje del Escritor, sino que los relaciona con estudios psicológicos dándole practicidad a nivel adulto a un género por mucho tiempo delegado a la categoría infantil.

Según Campbell, el monomito es una metáfora del paso de la juventud a la madurez reconocido en todas las culturas. Este proceso ha estado presente en los mitos, cuentos de hadas y en general cualquier historia fantástica desde tiempos remotos.

En la realidad, en nuestro paso hacia la madurez no tenemos que cortarle cabezas a la hidra, casarnos con la princesa de aliento de manzana o en casos extremos ser crucificados, pero tenemos la opción de vivir todas éstas y aún más experiencias a través de la literatura.

Tengo por costumbre, como uno de esos hábitos de lector, buscar las etapas del viaje del héroe cada vez que inicio la lectura de una novela fantástica. Sin embargo, en la saga Canción de Hielo y Fuego, resulta una labor titánica. Como ya comente anteriormente, el personaje que creía protagonista muere al final del primer libro, pero en esta obra es muy difícil ubicar un sólo protagonista en cualquiera de las novelas. El autor opta por una narración por capítulos, cada uno narrado desde el punto de vista de personajes diferentes, con lo cual nos impide enfocarnos en la historia de uno solo.

Martin le confiere tanto realismo a la trama que no duda en matar a sus personajes aun si se encuentran en el clímax de su historia. Este drástico recurso dramático que mantiene al lector en un estado de tensión permanente es sólo posible debido a la maestría con que va transformando personajes aparentemente de relleno en los pilares de su historia, de tal manera que cuando un personaje principal desaparece ya hay otros que continúan la línea argumental.

En el análisis, resulta casi imposible seguir el modelo del viaje del héroe y si se intenta no obtendríamos más que una serie de monomitos entrecortados. Esta particularidad en la narración me resultó en un principio algo chocante, pero inmediatamente me percaté de lo amena que se vuelve la lectura al no depender del destino de un solo personaje, eliminando de esta forma cualquier cosa que pudiera considerarse simple relleno en otras obras del género.

Esto representa un gran paso en el género fantástico ya que prácticamente, casi todos los autores de fantasía contemporáneos siguen el modelo clásico acunado a mediados del siglo pasado con la influencia de Campbell y popularizado por las obras de autores como Lewis y Tolkien.

Es éste último quien en su libro Sobre los Cuentos de Hadas de 1939, añade la posibilidad de inculcar en el lector valores y virtudes presentes en personajes heroicos y perfectos.

El universo de Canción de Hielo y Fuego, acaba también con esta propuesta al mostrarnos personajes tan complejos que es imposible distinguirlos como buenos o malos, acercándolos aún más al lector al mostrarlos completamente de carne y hueso, con motivaciones y acciones propiciadas por sentimientos humanos y no como parte de un sistema moralista.






Otro de los rasgos a mi parecer más vanguardista de las novelas de Martin es la imposibilidad de clasificarlas. A pesar de la gran variedad de subgéneros fantásticos surgidos a partir del boom de la literatura de fantasía en el siglo pasado, Canción de Hielo y Fuego no parece encajar en uno solo. En un inicio, parece ser que nos topamos con una obra del subgénero Low Fantasy, el cual se distingue por prescindir casi totalmente de elementos fantásticos en su trama; conforme avanza la saga, el ambiente se transforma gradualmente para entrar casi imperceptiblemente en la clasificación de High Fantasy o Fantasía Épica, con elementos fantásticos presentes y comunes en la historia, Por si fuera poco, la obra muestra elementos muy marcados de otros subgéneros como el Sword and Sorcery por su enfoque en el desarrollo interior de los personajes y el Sword and Sandals por su trasfondo histórico que, como el mismo autor admitió, está basado en la Guerra de las Dos Rosas.

Al mencionar estos subgéneros pretendo darles una pequeña muestra de la diversidad de elementos con los que trabaja George R. R. Martin tan sólo en cuestión de trama, y como esto provoca un conflicto con el sistema de clasificación concebido hasta ahora.

Quizás un elemento clave en esta particular forma de la novela y de la narración misma, es la preparación del autor en la elaboración de guiones para series de televisión y producciones hollywoodenses por casi veinte años. Esta experiencia resulta visible al comparar la serie televisiva con la novela: salvo algunos detalles menores, la adaptación se da de manera natural y sin crear conflicto en su trama, casi pareciera que la novela está hecha precisamente para tal adaptación. La temática en la saga también propone temas añejos pero siempre presentes, como la violencia, la crueldad, el incesto, la pedofilia, la política y la discriminación: todos ellos presentados de una forma cruda y sin censura. El colocar en este ambiente caótico, pero realista, a personajes tan bien construidos y de personalidades diferentes, produce en el lector un sentido de empatía tal, que es muy difícil no sentirse identificado con alguno.

No pretendo afirmar el surgimiento de una nueva clase de fantasía, simplemente comparto los elementos que hacen de esta obra algo que difiere de la doctrina tradicional del género fantástico e invito a la lectura y reflexión de la saga. La intención del autor es hacer de Canción de Hielo y Fuego una serie de 7 novelas, de las cuales los primeros cinco tomos ya han sido publicados, el quinto en este mismo año (2011). La expectativa respecto al desenlace de la obra es enorme y su popularidad aumenta con cada libro. Sin dudar de su éxito actual como best seller, podemos asegurar que esta saga le dio un lugar de George R. R. Martin en la historia del género fantástico.


miércoles, 25 de mayo de 2016

Livin' la vida friki

TIHUATLÁN, Ver., 25 de mayo de 2016.- Este 25 de mayo se celebra el Día del Orgullo Friki, una conmemoración que año con año llega a más países y a más personas.

Aquellas personas que se engloban a sí mismos como parte de esta comunidad, el ser “friki” consiste en la afición y pasión, por actividades de entretenimiento cultural, entre ellas las películas, las historietas, series animadas y de actores reales, libros, tecnología e incluso deportes como el futbol.

El término ‘friki’, que derivó del vocablo inglés ‘freak’, raro, nació entre los aficionados de España, quienes a través de revistas especializadas en temas de historietas y videojuegos, comercializadas en América Latina a inicios de 2000, popularizaron el término.

El Día del Orgullo Friki comenzó a celebrarse en 2006 en España, a través de una convocatoria en las redes. La fecha del 25 de mayo se escogió por coincidir con el estreno en 1977 de la primera película de Star Wars, A New Hope, de George Lucas, así como el Día de la Toalla en 2001, un tributo a Douglas Adams, autor de la radio comedia The Hitchhiker's Guide to the Galaxy.

A la celebración del Día del Orgullo Friki en México acuden cientos de jóvenes quienes realizan una marcha-desfile mostrando sus aficiones, en ocasiones disfrazados de sus personajes favoritos de libros, videojuegos, series o historietas, actividad que llaman cosplay.




EL FRIKISMO NO ES UNA ACTIVIDAD EXCLUSIVA DE NIÑOS
No solo los jóvenes que acuden a las marchas, convenciones y concursos de disfraces o cosplay, son los representantes de este sector.

Hoy en día, muchos adultos viven sus aficiones ‘frikis’ en el tiempo que les queda entre el trabajo y la familia. Y esa falta de tiempo para leer historietas, ver películas o jugar, la compensan con la solvencia económica para adquirir los artículos que antes no se podían permitir.

Zayra, propietaria y administradora de un cyber enfocado al sector de los videojuegos, declaró que más del 70% de sus clientes son mayores de 25 años.

“La gran mayoría viene después de su trabajo y se pasan jugando aquí un mínimo de 2 horas, aunque hay quienes tardan más, entre 6 y 8 horas”

Abundó que durante el juego, suelen gritar y expresarse muy escandalosamente, “pero fuera de juego son personas muy tranquilas y amigables”.





ENTRE EL TRABAJO Y LA FAMILIA
Jacob tiene 29 años y vive con su esposa y su bebé. Es maestro de primaria y según recuerda, desde niño manifestaba su gusto por el anime (animación japonesa), las caricaturas, cómics, manga (historieta japonesa), videojuegos, libros y series de televisión.

Declaró que hoy en día, ha logrado un equilibrio entre el trabajo y sus aficiones, ya que diariamente dedica su tiempo libre a distraerse con ellas.

“No lo veo como algo negativo porque nunca me ha llevado a un problema laboral o social; no obstante, en el caso de los videojuegos te pueden llegar a absorber por horas y horas, lo que te podría causar esos problemas. En ocasiones uno quiere un momento para uno, para jugar videojuegos o ver series, pero no se puede sacrificar el tiempo de la familia. Por el contrario, la familia o relaciones sociales terminan afectando los pasatiempos ‘frikis’ porque uno ya no tiene tiempo”.

Declaró que sus aficiones le han apoyado en el trabajo, ya que le permite acercarse a sus estudiantes en cuanto a las tendencias que les interesan e incluso implementar estrategias de enseñanza que les llamen la atención usando a sus personajes favoritos como gancho.

“La mayoría de las personas conforme va creciendo va olvidando o dejando esto de lado; en lo personal considero que el gusto no se acaba, solo es el interés en el momento, pero siempre las aficiones están presentes”.

“Es un motivo de orgullo decir que tengo un pasatiempo sano y que es parte de la cultura. La gran mayoría de los frikis, somos lectores activos”.

Por su parte, Alejandro tiene 32 años y es maestro de bachillerato; entre sus pasatiempos están los videojuegos y la colección de figuras, así como las series y películas.

En sus gustos, él encuentra muchas ventajas: “Como en el caso de los videojuegos que a uno le ayudan para mantener ciertas habilidades cognitivas que a veces uno no entrena al diario en el trabajo o que ha dejado en desuso”.

Mencionó que en su trabajo “hay compañeros que no entienden bien por qué los jóvenes se distraen con las tecnologías actuales, con sus hobbies”, pero que él trata de usar esos gustos que comparte con ellos para que se familiaricen con actividades que les llamen la atención.

No obstante, advirtió que este tipo de vida conlleva un riesgo: “Como todo tipo de hobbie, hasta cierto límite es sano, pero si llega a caer en una obsesión se convierte en un vicio, y un vicio ya es algo totalmente negativo para la vida de una persona”.

Dijo que llegó un momento en sus últimos años en la universidad en la que el pasar muchas horas diarias viviendo su afición provocó que descuidara otras prioridades en su vida como buscar mejores oportunidades en la escuela o en el ámbito laboral.

“Con el paso del tiempo uno solo va priorizando el trabajo, la familia u otros grupos de compañeros que no tienen esas aficiones. Te vas dando cuenta que el tiempo dedicado a ser ‘friki’ lo vas disminuyendo conforme te interesas en otras cosas”.




LAS ETIQUETAS NEGATIVAS DEL ‘FRIKI’, CUESTIÓN DE EDUCACIÓN
“Muchas personas te pueden ver y criticar tu estilo de vida: ‘mira se la pasa jugando, viendo la tele o leyendo”, afirmó Antonio, de 25 años.

“Esta vida me ha conseguido etiquetas negativas familiares del tipo ‘sigues haciendo eso, sigues viendo eso’. He pensado en dejarlo porque te aburres. Pero las aficiones o gustos no son fáciles de cambiar”.

Dijo que además de esto, el estilo de vida ‘friki’ no es barato.

“Uno gasta en lo que juega, en el cyber, o comprando objetos dentro de los juegos con dinero real”.

Cristian, técnico en computación de 23 años, declaró que entre los ‘frikis’ hay niveles de enajenamiento.

“Hay algunos que no tienen trabajo ni otro sustento más que el de su familia, y sus familiares les permiten estar encerrados en su mundo jugando o leyendo cómics o manga; hay otros que solo dedican su tiempo libre a su pasatiempo”.

Añadió que muchos de los problemas originados por estas prácticas surgen a raíz de una carencia de valores.

“Las nuevas generaciones ‘frikis’ no están educadas. Faltan a la escuela para asistir a eventos o dejan de hacer sus tareas escolares por jugar. Debe haber una fuerte educación con valores para no caer en esos errores”.





LA VIDA ‘FRIKI’ COMO ANTÍDOTO CONTRA LA VIOLENCIA
A pesar de ser considerado un hobbie o pasatiempo, las razones para conocer el frikismo son variadas, y los motivos para para continuar con esas actividades difieren entre cada persona.

Carlos, de 28 años, dijo que su estilo de vida aficionado al anime, manga y videojuegos, le han permitido dejar de lado ciertos riesgos en su vida.

“Si no hubiera conocido esta clase de cosas, estaría en la cárcel, por una u otra cosa. Este pasatiempo es más sano que otros hobbies como irse a tomar alcohol”.

Asimismo, relacionó que el preferir quedarse en casa le ha permitido lidiar de mejor manera con la situación de inseguridad en el país, ya que no se expone a la delincuencia imperante en las calles.

“Mi familia me ha dicho: ‘Preferimos que estés aquí en la casa con tu computadora a que andes en la calle”.

De acuerdo con José, de 26 años, ingeniero industrial, el frikismo le ayudó a salir de una difícil etapa de su vida.

“Gracias a estas aficiones, creo que aún sigo vivo. Realmente antes tuve muchos problemas. Hubo una temporada en que pude sumirme en el alcohol y otras adicciones pero no lo hice porque encontré la manera de olvidarme de todo en los videojuegos. Conocí muchos amigos y me envolví en un mundo en el que me sentí más cómodo que en el resto de mi tiempo”.

Sin embargo, advirtió que lo que lo salvó, estuvo a punto de orillarlo a un fuerte aislamiento social:

“Jugaba hasta 12 horas al día. Mientras yo estaba jugando, me olvidaba de mi familia, la descuidaba. Me llamaban a una convivencia, y yo prefería pasármela jugando que ir con ellos.

“Hubo una temporada en la que me pasaba jugando con un grupo de amigos y nos tachaban de una secta satánica, lo que me molestó mucho”.

Hoy en día, desempeñándose como técnico en una compañía, aseguró que ha logrado mediar sus responsabilidades y prioridades con su tiempo libre, sin abandonar por completo su afición.



UN MODO Y META DE VIDA
Roberto tiene 33 años y ha dedicado más de la mitad de su vida primero en disfrutar de sus pasatiempos como ver anime y leer manga, para después especializarse en el tema por medio de la investigación.

Desde hace 18 años es blogger, podcaster y escritor sobre temas de lo que él denomina ‘fandom animanga’ o aficionados del anime y manga.

Hoy en día es dueño de un ciber café, y dedica un par de horas diarias a sus aficiones.

Señaló que aunque ha marcado bien la diferencia entre su trabajo, familia, relaciones sociales con su gusto por sus pasatiempos, una de sus metas de vida es “escribir del tema para algún periódico o revista de circulación nacional, y que me paguen por ello”.

Aseguró que uno de los principales motivos por los que un adulto conserva esta clase de aficiones es la nostalgia.

“Un poco estrategia de consumo, un poco voluntad, un poco disfrutar la vida con bonitos recuerdos, un poco de todo. No le podría echar ‘la culpa’ a una sola cosa”.

Dijo que toda generación es susceptible, siempre y cuando se sepa qué nervio presionar.

“Hablamos del resultado de campañas de mercado, especialistas de imagen y terapistas de medios que por más de 70 años, nos tienen el agua medida. Ellos son realmente la verdadera vanguardia”.


domingo, 17 de abril de 2016

Gabriel García Márquez, a dos años de la última mariposa amarilla

*Un 17 de abril de 2014, Gabo partió de este mundo, pero al igual que Melquiades, renace con cada uno que lee los secretos en sus letras

XALAPA, Ver.- Gabriel García Márquez murió un día como hoy pero de 2014, a los 87 años de edad, dejando atrás una extensa obra, producto de su trayectoria como escritor, novelista, cuentista, guionista, editor y periodista.

Publicó su obra maestra Cien Años de Soledad en 1967, que se convirtió en un clásico de la literatura latinoamericana con repercusión a nivel mundial, así como un referente del realismo mágico, movimiento literario en el que los eventos más maravillosos existen en la vida real y son vistos como algo cotidiano.

Con esa obra, Márquez se aseguró un lugar en la historia de la Literatura, con mayúscula, así como un espacio reservado entre los amantes de las letras, quienes consideran un sacrilegio no conocer a Gabo, como era llamado cariñosamente.

“A Gabriel García Márquez lo amas o lo odias, y aunque lo odies, es probable que te guste Cien Años de Soledad”, solía decir un profesor de la universidad al encargarnos leer a toda prisa la obra maestra del colombiano.

En 2008, la Feria Internacional del Libro en Guadalajara ofreció un homenaje al mexicano Carlos Fuentes. Presentes en ese evento estuvieron, además del homenajeado, Carlos Monsiváis, Sergio Ramírez, Steven Boldy y Gabriel García Márquez.

Moderó esa mesa Vicente Quirarte, quien al igual que todos los presentes en el auditorio, demostraba su emoción por ver reunidos en una plática de camaradería a tan grandes novelistas, inspiración de escritores y lectores.

Escucharlos platicar anécdotas de sus vidas como escritores novatos y conocer a través de ellos la bohemia de los sesenta en México, fue sencillamente cautivador. Pero cuando García Márquez rechazó el micrófono, la mitad del auditorio no entendió el gesto.

Quirarte sonrió y explicó lo que todos en la mesa y la otra mitad del auditorio sabían: Gabriel García Márquez escribía para no tener que hablar.

No importó. El mundo literario de México siempre tuvo una actitud de cariño y complacencia con el colombiano. Un lazo especial que se formó desde el momento en que llegó al país el 2 de julio de 1961. Un nexo que se afianzó cuando su contemporáneo Álvaro Mutis subió a su apartamento y le arrojó un pequeño libro. “Lea esa vaina, carajo, para que aprenda”, le espetó. El libro era Pedro Páramo, obra cumbre de la literatura mexicana, escrita por Juan Rulfo.

Márquez afirmó en su momento que ese texto mexicano influyó profundamente en su camino para continuar sus propios libros.

Una de las anécdotas más socorridas de Gabriel García Márquez es la que lo unió definitivamente con México. El legendario inicio de Cien Años de Soledad: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”, fue concebido durante un viaje con Mercedes, su esposa, y sus hijos, desde la Ciudad de México al puerto de Acapulco.

Era enero de 1965 y, según contó el mismo Gabo, al visualizar el inicio de su obra, desistió del viaje y corrió a su apartamento de la Ciudad de México a encerrarse año y medio para terminar su novela, armado de mucho papel y cigarrillos.

El resto es historia, Macondo se convirtió en un lugar único, que a la vez era cada pequeño pueblo latinoamericano, con sus sufrimientos, fugaces alegrías y perpetua soledad.

Años después, en 1982, cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, García Márquez señaló que aspiraba que esa soledad entre los pueblos latinoamericanos, desde el norte de México hasta el sur de Chile, pudiera disolverse en una utopía “donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.

Gabo murió hace ya dos años, pero podrían pasar más de cien, y en México y todo el mundo él seguirá hablando a través de sus letras, como lo prefería.





viernes, 8 de abril de 2016

El Clérigo que miró la Luna

Este blog, o una versión muy antigua del mismo, nació hace unos 10 años. En aquél entonces, el internet se abría paso para atraparnos en una vida aún más sedentaria de la que ya la televisión se había encargado de condenarnos.

Era el tiempo en de los pequeños celulares con solamente el servicio de SMS para mensajería y el juego de la viborita como máxima distracción.

MSN Messenger reinaba en esos años y todos teníamos una cuenta de Hotmail para poder usar ese simpático programa de chat en el que comenzó la era de los emoticonos y los añorados zumbidos.

Otro de los servicios que ofrecían las cuentas de Hotmail eran los llamados Espacios (Windows Live Spaces, antes MSN Spaces), que eran una página de internet donde podías poner tus textos, fotos, e incluso algunos gadgets de música y video. Ofrecían una gran variedad de opciones para personalizarlos y permitían recomendar otros Espacios. En una época en el que aún no se popularizaban tanto los blogs, los Espacios amateur gozaron de gran popularidad durante algún tiempo.



Así nació El Clérigo mirando la Luna. Un Espacio con fondo negro y letras rojas, donde pequeños cuentos y poemas, cartas y reflexiones de un adolescente encontraban un lugar para ser mostrados. Aún no había tanto riesgo, o más bien, pocos sabíamos de los peligros de exponer tu vida en la red, y el Espacio era tu medio de expresión: lo actualizabas y esperabas los comentarios de tus amigos.

No duró muchos años. Luego de la  popularización de plataformas como Hi5, Metroflog y el Facebook, en algún momento (2011) los Espacios dejaron de existir debido a su baja cantidad de visitas. Con ellos se quedaron muchísimos recuerdos y algunas obras de arte de aquéllos jóvenes y adultos que comenzaban a adentrarse en el mundo que después se denominaría "redes sociales".

Algunos aceptaron el cambio de plataforma y se convirtieron en bloggers, algunos, como yo, dejamos los textos y fotos perdidas, esperando el momento en que las letras volvieran a cosquillear en la punta de los dedos...