viernes, 2 de noviembre de 2018

In Memoriam




- Hola.

- Hola, ¿quién eres?
- Una Mujer de Letras.
- Entonces será un placer hablar contigo…

TENOCHTITLÁN, Ver., 2 de noviembre de 2018.- Hola de nuevo. Te saludo en esta fecha, mi día favorito.. Una noche que espero cada año porque me da la oportunidad de hablar un poco más de tiempo contigo.

Aunque ya hace mucho tiempo que no escucho tu voz, no dejo de repasar tus letras, las letras que compartíamos cada noche, cada día que uno de nosotros necesitábamos un verdadero amigo.

Porque al pensar en ti, pienso en el significado de una amistad real. Una persona leal, quien siempre estuvo para mí, incluso cuando le fallé en el momento en que más me necesitaba…

Tu foto siempre presente en mi habitación me recuerda tu compañía y tu apoyo, ¡hay tantas cosas que quisiera platicarte y agradecerte!

-Mira ya lo que pasó ya pasó.
Sólo quisiera saber si seguiremos siendo amigos.

Me perdonaste unos meses antes de irte de este mundo. A partir de esos mensajes tratamos de hablar todos los días. Pese a tu cansancio crónico, pese a tu carencia de fuerzas, aún mantuviste contacto conmigo, y me mantenías al tanto de tus miedos y esperanzas, siempre viéndome como tu amigo, el de siempre, con el que se podían compartir las letras y las palabras.

Al respecto, un día prometimos decirnos todas las palabras del idioma español, ¿te acuerdas? Fue una promesa ridícula que nos hizo reír, ambos sabíamos que nos faltaría tiempo para decirlas todas, ¡tan solo para conocerlas todas!

Pero nos faltaron tantas… Muchas más de las que tú y yo podríamos haber pensado alguna vez. ¡Nos faltaron demasiadas! Y ahora que solo podremos conversar una vez al año, va a ser más difícil aún.

Pero sigo buscándolas, sigo intentando aprender nuevas palabras para que cuando llegue este día pueda decírtelas…

Petricor’, aprendí esa palabra no hace mucho tiempo. Es el olor a tierra mojada. Pero seguramente ya la conocías, alguien tan melancólico y amante de “el agua que cae del cielo” seguramente sabe esa clase de palabras, aunque no lo sé de cierto, lo supongo. ¡Es tan poco lo que te conozco!

Eso era lo que decías, y creo que tienes razón.

-Efímero, nefelibata, resiliencia-

Hace más de un año fui a verte, creo que ya no me viste. Encontré a tu familia, estaba llorando. Me invitaron a pasar a verte, y vi tu lugar de reposo final: había una fotografía tuya, de cuando nos graduamos… De inmediato vinieron a mi mente aquéllos tiempos en la facultad cuando solías presionarme para asistir a clases y entregar los trabajos, recordándome siempre los plazos, las tareas, los libros… Siempre he dicho, y lo seguiré haciendo, que si yo me gradué fue porque tuve a mi amiga que me estuvo arreando todos los días.

También recuerdo cuando cierto profesor empezó a hablar no muy bien de mí mientras revisaba tu trabajo. Y me defendiste. Y sacaste a la luz logros académicos míos que a nadie le importaban y mucho menos nadie recordaba. Solo tú.

Jamás pude devolverte el favor. Nunca hizo falta, siempre resaltabas en la escuela y en cualquier texto académico, siempre conservando la humildad del verdadero literato, y sin adquirir la arrogancia del montón de poseros que pululan en el gremio.

Ahora déjame decirles a todos algunos de tus logros, déjame decirles que tú fuiste de los pocos en nuestra generación que se graduaron por promedio de la carrera de Lengua Inglesa, con especialidad en Literatura. Hablarles de tu trabajo recepcional y de tus pulcros ensayos, uno de ellos publicado en la revista universitaria Somorgujo.

Déjame hablarles de tus poemas…

Sé que toda tu obra poética fue escrita en una libreta que conservabas en secreto. Una libreta que una vez me diste para resguardarla, permitiéndome ser el guardián de tus letras…

Déjame hablarles de esa alma melancólica, de esa mente afilada, de ese corazón enorme que el mundo perdió con tu partida. Déjame hablarles de cómo te amaron todos aquellos que conocieron aunque sea un aspecto de todo lo que tú eras y hacías…

- Munificencia, bonhomía, perenne…- 

Ese día, cuando me fui a despedir de ti, observé a la gente que estaba a tu lado. Todos se veían con la cara triste, con cierta incredulidad… Tu hermana me dejó pasar a tu casa, diciéndome que sabía lo que significábamos el uno para el otro… ¿Lo sabía? ¿Le contaste a alguien de mi estúpido alejamiento por la razón más equivocada de todas? ¿Le dijiste que me perdonaste? ¿Tenías tú siquiera la idea que con tu partida me enseñarías la más importante lección sobre la amistad?

Tu madre me contó sobre tus últimos días, tus últimas horas. Y lo valiente que fuiste. Esa valentía que te caracterizó desde que ese mal te atacó a una edad muy joven y que siempre venciste, demostrando ser un ejemplo para todos los que te rodeamos.

Al ver que no respondías mis últimos mensajes, que ni siquiera los veías, esperé, esperé como muchas veces a que respondieras, ya que a veces te tomabas tu tiempo.

Pero ya no los viste, mucho menos los contestaste. Nuestro tiempo juntos en este mundo terminó como una conversación inconclusa.

- Serendipia, ataraxia, panegírico – 

¿A dónde van los poetas cuando mueren? Demasiado melancólicos para un paraíso, y demasiado bohemios para un lugar aburrido.

- ¡Quiero vivir! ¡Quiero conocer! ¡Quiero embriagarme!

Sé que donde estés tu pasión y bríos los tendrás al máximo, y compartirás tu poesía y tus escritos con aquéllos a quienes admiraste.

¡Por fin dile a Pitol que se equivocó al decir que el infierno era de todos! Dile a Nabokov lo vulgar que te pareció su Lolita. Cuéntale a Cervantes que su Quijote te hacía doblarte de la risa.

Ve todas las lunas que te perdiste bajo un frío techo; siente todo ese viento nocturno que las paredes negaron a tu alma libre; y ríe como solías hacerlo cuando jugábamos póker entre clases.

Y, si un amigo te puede pedir una última gracia, no dejes de hablar de mí. Porque yo aquí no dejaré de recordar a mi amiga la Poeta, la Mujer de Letras.

No dejaré de declamar a Benedetti, ni a Baudelaire, como tuve que aprender para que las noches en el hospital se nos hicieran amenas. Quizás ya nunca lo vuelva a hacer en un autobús para ver cómo la gente se aleja horrorizada de nosotros. Quizás ya nunca lo haga bajo la lluvia buscando un lugar dónde resguardarse.

O tal vez sí. Porque eso es vivir, y como te dije hace tiempo, me robaría tu lema y lo usaría para mí: Quiero vivir, quiero conocer, quiero embriagarme.

Porque de esa manera, siempre tendré anécdotas nuevas que contarte cuando vengas a visitarme.

Se acaba el Día de Muertos. El tiempo vuela cuando uno hace lo que le gusta.

Ve, sé que tienes más lugares que visitar esta noche. Yo te estaré esperando el próximo año.

Gracias Graciela Grajales, ¡hasta pronto y no te tardes en regresar! Recuerda que, al igual que tú, odio la impuntualidad.

A.J.H.

En memoria de la Mujer de Letras, Graciela Grajales Hernández.
(21/06/87 - 21/07/17)




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